Mónica Gallego
Suenan campanas y timbales anunciando que la navidad y el año nuevo se aproxima. El tiempo pasa rápido, en mi caso, si hecho la mirada atrás, en mayo cumpliré cuatro años a vuestro lado. De la mano, como un bebé que comienza a dar sus primeros pasos, me he ido abriendo paso en el mundo literario, gracias a un equipo de profesionales como es la Editorial Atlantis que me cuida y asesora como el primer día. No me deja ni un momento a solas. Juntos me habéis hecho crecer profesionalmente. Mi escritura ha variado, para bien, gustando mucho más a lectores conocidos y abriendo un abanico a esos lectores que en la distancia me envían buenas críticas de mis obras, al haberlas leído, así como las más maravillosas bendiciones. Como acostumbro a decir, eso no tiene precio. Estas son algunas de las grandes cosas de la vida y, sin ellos y sin vosotros, yo no sería nadie hoy en día.
Si hecho la vista atrás, son muchos los recuerdos que vienen a mi memoria. Aquella maravillosa sensación al sentir por vez primera una de mis novelas publicadas. Percepción que no cambia sino que incrementa con cada una de mis obras. El orgullo, la satisfacción, el amor que alberga y que se respira en cada una de las salas en las que año tras año realizo las presentaciones de mis novelas. Ya son muchas las provincias que me conocen, desde todo el País Vasco hasta Navarra, pasando por Palencia, León, Madrid y Sevilla, entre otras. O, cómo no, la crítica recibida del periódico New York Post acerca de que mi primera novela, «Cosas de la vida», se merecía un galardón. La participación en las ferias del libro en que he participado. La más grande, la de Madrid, en pleno corazón del Retiro, con la oportunidad que a los escritores se nos brinda de poder interactuar con los lectores que con una sonrisa acuden a vernos, deseosos de que les firmemos el libro y nos saquemos con ellos una fotografía. A veces me pregunto quién de los dos estará más feliz porque, sinceramente, yo no puedo dejar de sonreír. Son momentos para vivirlos uno a uno. De esos en los que ni todo el oro del mundo podría comprar lo que los lectores nos dan. No hay dinero suficiente en el mundo ni palabras de agradecimiento hacia ellos para pagar lo que a los escritores nos hacen sentir, y esto no hubiera existido si la Editorial Atlantis no hubiera apostado por mí, y lo seguiría haciendo.
Cuando después de estos años recibo los informes positivos de valoración acerca de mis novelas, he de confesar que mis ojos se vuelven vidriosos. Las lágrimas comienzan a aflorar por mis mejillas, como una niña con zapatos nuevos. Que un experto en cultura valore positivamente el manuscrito nuevamente enviado. Que el editor confíe nuevamente en mí, me hace saltar de alegría y sentirme orgullosa. Pero no sólo eso, sino que a mí misma me digo que tengo que darlo todo, no sólo por mí sino por el equipo de profesionales que están ahí luchando por mí. En la sombra, y que bien merecido tienen un galardón que nos dan a nosotros cuando ellos también son parte importante de los premios que cada cual día a día recibimos.
Sonrío recordando algo que acostumbraba a decir meses o años atrás más bien: «He tenido trillizos», al publicar Ediciones Atlantis mi tercera obra, «Huracán rojo». Una apuesta por la novela negra que me está dando más de una alegría. Cada una de mis novelas lleva un pedacito de mí. Cada una de ellas recoge una historia, que empieza y acaba de muy distinta manera. «Cosas de la vida» llena de fuerza a los lectores para llevar a cabo sus más profundos deseos. «Símbolos y muertes ocultas» refleja la realidad de la mafia y un enigma que casi ninguno de los lectores ha logrado descifrar. «Huracán rojo», engancha desde el primer capítulo, sorprendiendo el final no esperado, ya que cuando creen conocer quién es el asesino la historia da un vuelco que… Y hasta aquí puedo leer. Y, en unos días «Skull», que espero que guste tanto o más que su predecesora, la cual me ha llevado hace unos días a ganar el accesit en la IX entrega de los Premios Atlantis que se celebró en Madrid, en el FNAC de Callao.
En referencia a esta gala de entrega de premios, agradecer a los expertos miembros del jurado y al equipo que forma parte de la editorial por brindarnos este honor. He de confesar que me sudaban las manos y el estómago estaba encogido, sentada junto a mi marido en espera a escuchar la candidatura a la que «Huracán rojo» había sido nominada: intriga y misterio. Allí, rodeada de cinco chicos, juntos al atril del jurado, cualquiera podía ostentar el primer y el segundo premio. Todos somos ganadores, no hay que olvidarlo. Cuando el editor desveló que el áccesit era para mí, para mi novela más amada, dejé de vislumbrar al público para sólo poder ver a Jota y Maribel, quien me hacía entrega del premio. La doy las gracias por hacerlo porque sus dos besos y su abrazo me hizo sentirme aún más querida de lo que ya me siento, no sólo por ella sino por todos los que me conocen tras mi andadura juntos estos cuatro años. «El mundo en mis manos», como me ha dicho una amiga a la que quiero mucho. Un premio que me hacía sentirme orgullosa y agradecida por la oportunidad que se me brindó y se me sigue brindando cada día.
Hay tantos y tantos momentos que podría citar que no habrían hojas suficientes que albergaran lo que yo, como escritora, como abogada retirada, siento en estos momentos. No hay palabra o agradecimiento suficiente en el mundo, y lo digo de corazón, que explique o recoja lo que formar parte de esta Editorial le brinda a uno cada día. En estos cuatro años puedo decir que mi nombre ha traspasado fronteras. Son varias las cadenas de radio que me han entrevistado. Son varios los periódicos o revistas que me han publicado. Poco a poco, caminando con constancia y tesón, mis novelas han llegado a más y más librerías, pero no sólo eso, sino a más y más lectores de todas partes del mundo. No sólo mis novelas se conocen y se leen en España sino que sé a ciencia cierta que ostento lectores en Nápoles, Estados Unidos, México, Bogotá, Montevideo, Buenos Aires y Camberra ¿Podéis haceros una idea de lo que siento? Yo, que albergaba mis manuscritos en un ordenador, sin confiar en mí. Fue mi marido quien me animó y Jota quien hizo mi sueño realidad. Sé que juntos recorreremos un camino mucho más largo porque cada día damos un paso adelante en esta aventura que espero dure años.
Así que formar parte de la Editorial Atlantis es formar parte de una gran familia que crece cada día. Que está junto al escritor, ayudándole, apoyándole, haciéndole crecer. Somos, entre comillas, «como los hijos e hijas adoptivos de nuestro editor», que igual que todos nosotros, se alegra por nuestros logros. GRACIAS a todo el equipo que forma parte de la Editorial Atlantis. GRACIAS DE CORAZÓN.
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