El vuelo del águila

Es el año 1183 después del Choque en Néos, un mundo ficticio donde la creencia extendida de que unas piedras mágicas llamadas «cristales» son las garantes de la subsistencia de los elementos queda más que nunca en entredicho, al haber comprobado que, cuando el cristal que se suponía que era el que permitía que hubiese aire en el mundo quedó destrozado, lejos de ser incapaces de respirar, descubrieron que dicho cristal y sus fragmentos, en contacto con el sol, se comportaban como el mismísimo aire, flotando y generando viento. Aun así, la conciencia arraigada de los ciudadanos neosianos sigue considerando los cristales como elementos sagrados, y es por ello que aquel que desee convertirse en Gobernador, el único soberano supremo de todas las tierras, deberá, en aras de lograrlo, visitar cada uno de estos cristales, rezando a la diosa ante ellos, y superar varios torneos a muerte con toda una serie de otros competidores al trono, en un peregrinaje que es bautizado como «El Vuelo del Águila», y que sirve de espectáculo y tradición desde tiempos inmemoriales a los neosianos. La historia se enfoca así en Aaron Bright, un joven inmaduro e iluso que, por demostrarse a sí mismo y a su familia de lo que es capaz, se embarca en el Vuelo de manera alocada, sin tener ni un mínimo de preparación para ello. Mientras el viaje de Aaron se desarrolla, seremos testigos de cómo los problemas políticos azotan al Gobernador y a su Consejo, de cómo un joven de nombre Kerim lucha hasta el final por lograr volar, pese a que todos estén en su contra, o cómo Jenna Moon, una niña híbrida, mitad humana común, mitad lectora (humanos con capacidades mentales sobrehumanas), huye de su casa para dejar atrás una vida de maltratos y vejaciones y procurarse un futuro mejor.

Estas y muchas otras historias se desarrollarán en este libro, en paralelo al peregrinaje que Aaron realizará, no sin, por supuesto, encontrarse con miles de baches en su camino.