Una vida, un destino

En el año 2087 la escasez de petróleo lleva a todos y cada uno de los habitantes de la tierra a una guerra que finaliza con un Apocalipsis nuclear que barre la vida del planeta. Un grupo de científicos se ha adelantado a los acontecimientos y ha ido creando sociedades bajo tierra que tendrán la misión de repoblarla. Los seres humanos que han permanecido en la superficie y no han muerto, se han transformado en mutantes a causa de la radiación. Con el paso de los siglos, los seres humanos que han perseverado en el submundo irán saliendo a la superficie para crear ciudades en las que también conviven algunos mutantes. En estas agrupaciones humanas completamente informatizadas y controladas, los recelos y odios entre mutantes y humanos son más que patentes.

En un ejercicio de imaginación sin límites, la novela nos presenta una sociedad del futuro en la que todo está controlado informáticamente. A cada uno se le enseña lo que debe pensar, con quién debe tener hijos y aunque hay algunos mutantes que conviven con los humanos, no deben mezclarse entre ellos. Pero en este sinfín de odios encontrados, un joven está dispuesto a cambiarlo todo.

El relato, que hace guiños a la obra de George Orwell 1984 y Un mundo feliz, de Aldous Huxley, no se queda sólo ahí, sino que añade una abundante cosecha de reflexiones, además de un catálogo de extraordinarios seres y descripciones de esa hipotética sociedad robotizada.