Tiempo hacia el hombre. Japan Noir: Submission

Veinticuatro horas terminan convirtiéndose en siete días a la semana, en algo más de cuatro semanas por mes y, en unos años, repentinamente, cuando alguien se transforma en una extraña. Kasumi hace tiempo que huyó de Italia, intentando dejar atrás un pasado que no dejaba de atormentarla. Australia pasa de la noche a la mañana a ser un refugio temporal, en medio de un exilio forzoso que estará marcado por una traumática mutilación psicológica, al tener aún muy presente la muerte de su hermana Yuna y la relación vivida con Kotaro, el jefe de una organización mafiosa de Japón. Creyendo ganada la batalla con su remota existencia, vuelven a surgir, premonitoriamente, los fantasmas de tiempos pretéritos, disfrazados con un dolor insólito que generará a su alrededor un océano de marginalidad que podría obligarla a estar de nuevo en pugna con la vida. Azarosa es esta segunda parte de Tiempo hacia el hombre, aunque no exenta de la suficiente nitidez con la que se pretende cautivar al lector, llevándole al deseo de convertirse en un furtivo cazador de felicidades imposibles y, en ocasiones, crueles, en medio de una nemorosa jungla en el que una falsa conciencia de amor y sexo, destruye la fisonomía de lo ético. Con esta última novela, encontramos a un autor inquieto, en progresión y en perpetua crisis de ubicación, con una leve inclinación hacia un erotismo cerebral, que abarca desde los actos menos febriles al voyeurismo más degradante; un intimismo polémico, afín a las nuevas tendencias novelísticas. Tiempo hacia el hombre/Japan noir: Submission, es una obra maestra, cuyos diálogos suponen la mejor solución para ahuyentar el estereotipo lingüístico —que apelmaza el motivo trascendental de la trama—, dando mayor énfasis a la descriptiva del proceso anímico y generando una autonomía propia a los personajes, desde una dignidad controlada por un estilo que augura una lectura inquietante.