Sí, señora

Valeriana (Vale), es una mujer en el ecuador de su vida cuya existencia transcurre entre su trabajo, sus hijos, su casa y poco más. Trabaja como sirvienta por horas en varias casas semanalmente. Es un trabajo muy duro, mal pagado y sobre todo infravalorado y denostado socialmente. Sus casas son todo un exponente de la condición humana por sus miserias y grandezas, donde nada se escapa a su atenta mirada. Ella está al corriente de todo desde su condición de mujer invisible que solo limpia y sirve, pero a la que nada le pasa desapercibido y tiene acceso a la intimidad de sus señoras, intimidad que es relatada desde el sarcasmo y la ironía más mordaz.

Los secretos familiares, los vicios y la hipocresía social quedan expuestos ante sus ojos a diario, aunque su actitud no delate ninguna reacción o juicio de lo que siente u opina, porque en esta mascarada, Vale lleva una armadura muy bien construida y que casi nadie conoce.

Esta novela es un diario donde se relata una semana en la vida de Vale, que se va desgranando junto a sus recuerdos, su vida como mujer y sus circunstancias. El amor y el desamor, el dolor, la felicidad y los recuerdos, se mezclan con el humor, la crítica y la disección implacable de la condición humana. Vale es una mujer como otras miles, anónima, trabajadora y sencilla, pero que son un pilar intencionadamente ninguneado en esta sociedad que idolatra la imagen y las posesiones, ignorando la esencia del ser.