Los verdes campos de ítaca

El regalo de un cuadro, y la firma estampada en él (“Ulises 74”) convencen a Aitor Mendiguren, gerente de una pequeña Galería de Arte de Bilbao, de que su padre, de quien no se tiene noticias desde hace más de diez años, está vivo y reside en Francia, por lo que decide ir en su busca.

Casi en el mismo instante, Ulises Mendiguren, que como el otro Ulises homérico arrastra un pasado viajero y lleno de penalidades, piensa en regresar a Euskadi tras más de cuatro décadas de exilio forzoso. Ha pasado los últimos años en Val de Mer, un pueblecito de Bretaña, dedicado a la pintura y a la contemplación de la naturaleza, tan parecida en muchos aspectos al paisaje euskaldun… pero la llamada de la tierra es más fuerte incluso que su amor por Paulette, musa y modelo de sus composiciones pictóricas más recientes.

La idealización del lugar que le vio nacer y de sus gentes contrastará con la realidad de un país que, tras la muerte del dictador Franco, busca de nuevo su identidad propia y al que, en sus ensoñaciones, insistía en llamar ítaca, como la patria del héroe de Troya. Los Astilleros Mendiguren, fundados por su padre, están al borde de la quiebra, mientras, en la calle, se suceden las huelgas, las manifestaciones y los muertos por la represión policial…

Esta tercera novela de Julio García Llopis, escrita con un estilo vigoroso e impregnado de cromatismo y fuerza evocativa, como corresponde a la personalidad de su protagonista, Ulises Mendiguren, está a la altura de los grandes autores contemporáneos que exploran la realidad vasca, como Bernardo Atxaga o Ramiro Pinilla.