Horizontes invisibles del miedo (Prólogo de Leopoldo M. Panero)

Repita diez veces en la pizarra no he escrito jamás y toda mi obra es pura. Nada: sino existe la ética, no existe lo humano, y si Jesucristo nunca existió, Dios sí y la ética o el tratado de las pasiones more geométrico de Spinoza dicen que Spinoza vio la piedra filosofal y escribió nadie sabe lo que puede el cuerpo; ahora bien, la escritura es una ciencia de los límites, porque de otro modo sería el esquizofrénico y la esquizofrenia es la literatura de Sebensuí A. Sánchez que también cree en el cuerpo como una obra literaria. Ahora bien, si como dijera Hegel: hay que ser dos, esta cifra es verdaderamente difícil, aunque por otra parte no estamos solos porque a un lado se amontona el baúl de los recuerdos, la sorpresa de vernos mañana otra vez para rememorar la vida, para peinarme aquí a escondidas de su madre y grabar silenciosamente sobre el papel mi esperma, el esperma de los filósofos y el menstruo de los filósofos: ¡Oh! Piedra negra, piedra del excremento y la lujuria, menstruo de los filósofos, con mi mano quisiera acariciar su piel, la piel del excremento y la lujuria, la avidez del signo, la torpeza de la vida.