El otro tema

Durante la adolescencia y primera juventud, el principal tema de conversación con mis amigos eran las chicas. Para ser exactos, lo que nos tenía esclavizados era la ilusión de poder tener sexo con chicas. En esos días, el fútbol era ‘el otro tema’… estaba indiscutiblemente a un paso o dos por debajo de la fiebre hormonal. No digo que la escala de valores haya cambiado y que el fútbol haya dejado de ser ‘el otro tema’ para ser ‘El tema’, pero diría que las distancias se han acortado, y no porque hayan dejado de gustarnos las mujeres, es solo que, con el paso del tiempo, entendemos mejor un 4-4-2 que las relaciones amorosas.

Lo que resulta innegable es que la pasión futbolera desvirtúa nuestro intelecto grande o pequeño hasta límites inaceptables. No admitimos el cambio de opinión o la lógica evolución del pensamiento, sea cual sea tu historia; eres del equipo que elegiste con 9 o 10 años -edad ‘cumbre’ del raciocinio- y semejante decisión no se somete a un nuevo análisis. Puede que renuncies a la fe católica, que cambies de mujer/hombre, e incluso que pases del rojo al azul en lo político, pero aquella decisión infantil prevalece cual dogma científico.