El hijo secreto del papa Ratzinger
19,00€
Se cuenta en la novela, la peripecia cuasi-detectivesca de Cristóbal Terradillos, abogado suspendido de ejercicio, hipocondríaco, mitómano, casanova fracasado y adicto a Google, que en complicidad con Miguel Palmero, policía al borde del ataque de nervios, con complejo de Rambo, depresivo y deprimente, y el doctor Tena, psicólogo con consulta ilegal, porrero profesional y violento enemigo de la telebasura, deberá resolver la extraña desaparición de dos viejas beatas, Doña Caridad y Doña Esperanza, habitantes de su misma extravagante y paradójica comunidad de vecinos madrileña. Esto se cuenta. Y se cuenta con constante y soberano cachondeo, el tono más apropiado para los apocalípticos y sicalípticos tiempos que vivimos, que el autor retrata con implacable coña, más coña que implacable.
Estamos, pues (avisados quedan), en el mundo de “La Codorniz” y hasta del “Hermano Lobo”, con algún toque de “El Jueves” y muchos más, propios de aquella generación (o generaciones) del humor. Que no por ello es necesario tomársela demasiado en serio (a lo burro), sino, por el contrario, muy a broma. Porque la vida, ya saben, es una broma. De mal gusto, quizá. Pero broma, al fin y al cabo. Y así, “en broma”, como la vida misma, Gustavo Vidal pasa revista con garra cruel e incisiva a nuestra España en crisis. No solo económica, no. Sino también intelectual. Una España donde renacen y se conservan –en vinagre, pero bien conservados- el reaccionarismo y el nacionalismo más carpetovetónicos, inmovilistas y pedestres, aggiornados con teorías conspiratorias que visten de sayo nuevo viejas paranoias –masones incluidos-.
España de emigrantes y emigrados, denigrantemente denigrados, no gratuitamente, sino de forma bien interesada. País de corrupciones, corruptelas y entretelas de la corrupción, donde la santurronería y el catolicismo más gazmoño esconden negocios redondos, con aprovechamiento del recurso nacional más abundante: el tonto. “El hijo del Papa Ratzinger” es, también, roman à clef, donde muchos lectores identificarán fácilmente los personajes parodiados -¿retratados simplemente?- por su autor, aunque tampoco, desde luego, dependa solo de ello el disfrute de la obra. Qué duda cabe que el humor, sobre todo el Negrorrealista, tiene bastante de coyuntural, pero también es de recibo, porque es casi obligación de una novela como esta descoyuntar la coyunda alimenticia entre una crisis acelerada –desacelaración crítica, vamos- y una derechona que se refuerza (¿nueva?), sin pudor ni vergüenza, aprovechando la tradicional mala leche e inconsistencia del homo ibericus en estado de hambruna (désele jamón ibericus en grandes dosis, y todo arreglado).
(Del prólogo de Jesús Palacios)
Productos relacionados
DIRECCIÓN
62 - 28300 ARANJUEZ
(MADRID - ESPAÑA)
CONTACTO
MÓVIL: 645 97 43 33
E-MAIL: administracion@edicionesatlantis.com
Valoraciones
No hay valoraciones aún.