El despertar de la ignorancia

Yo siempre fui una niña muy espabilada a la que encantaba escuchar a los demás todo lo que me pudieran contar. De todas sus vivencias, de todas aquellas aventuras  escribía poesías que, por sí solas, me salían de la mente. Algunas de las pocas personas a las que yo dejaba leer algo de lo que escribía no podían entender cómo era tan mala estudiante. Lo cierto es que solo algunos temas me interesaban, los profesores decían que hacía preguntas muy retorcidas y me pasaba casi todo el tiempo de la clase castigada, sin llegar a entender por qué. Se me durmió la mente durante mucho tiempo con un sentimiento de culpabilidad, pero, dentro de uno, siempre hay alguien que te quiere y que te enseña el camino por el que hay que seguir, así que me quité la mochila de las culpabilidades y mi mente se convirtió como en una licuadora que exprimía todo lo que sabía, que, ahora, es mucho. Pero me encanta, ya que siempre quise vivir de mis sueños.

Vannyn es una joven adolescente que, tras la muerte de su padre, lleva una vida tranquila junto a su madre y su hermano. Sus días transcurren entre el colegio y las salidas con sus amigos y únicamente los extraños sueños que tiene durante las noches interrumpen esa calma. Hasta que un día Vannyn decide contarle a su abuela paterna, Mary, esas fantasías oníricas. A partir de entonces cambiará su vida.

Mary invita a Vannyn a un viaje a Egipto. Una vez allí, las dos llegan a un extraño lugar, Asrelis, que parece salido de otra época. Vannyn descubre entonces que es la heredera de un valioso poder para cambiar el mundo. Tendrá que  ayudar al joven caballero Zuddor en su lucha contra el «No Querer Saber».  En esa batalla, Vannyn conocerá el amor y, cuando regrese a su vida cotidiana, ya nada será lo mismo.