El cuarto caballo del diablo

“Las Anjanas son hadas buenas, muy hermosas y solo viven para hacer el bien, tan bien dicen los habitantes del castro que guarda en su gruta el druida, un hermoso alicornio. Es como un hermoso caballo, pero con un cuerno en la frente, casi de un palmo de largo y fuertes alas en sus patas y manos. Cuentan que algunas noches de luna llena, sale con él a galopar y de vez en cuando algún afortunado lo ve corriendo, saltando, volando, moviendo sus patas y alas de peña en peña y de roca en roca. Dicen que sale a buscar alguna bruja que con su escoba sobrevuele en el poblado o cerca de él. Pero yo no lo he visto; cuentan también que el druida tiene el poder de adivinar el futuro cuando alguien se lo pide por una noble causa y él considera que es necesario… también dicen que sus plegarias son escuchadas por la MATER DEVA (diosa madre) y que en ocasiones viene a verle, pero… yo, eso no lo he visto. Siempre, colocada sobre su fuego, tiene una marmita con agua”.

A diferencia de otras obras de literatura fantástica que sitúan la acción en un tiempo y un lugar imaginarios (habitualmente para-medievales) en este trabajo, la acción está situada en un lugar real (la cornisa cantábrica) en un tiempo histórico real (la transición del mundo céltico a la Hispania romana).