El centinela de los Diomedea

Guillermo, un hombre ya anciano, trata de describir a su secretario particular los aspectos más interesantes que ha tenido en su vida. Le cuenta cómo fue la niñez en un pequeño pueblo del interior de España. La posterior y traumática muerte de sus padres y cómo apenas siendo un adolescente, se embarca en un buque mercante de bandera estadounidense. Años más tarde, deja la mar y acaba viviendo en una remota estación meteorológica en la provincia de Yukón (Canadá). Allí, apartado de la civilización y en medio de un territorio inhóspito y salvaje, pero increíblemente hermoso, alcanza la madurez y también encuentra el amor.

Por caprichos del destino, nuestro protagonista se hace inmensamente rico y al fin puede hacer realidad un sueño que le ha perseguido toda la vida: crear una Fundación de carácter científico, orientada fundamentalmente para los jóvenes brillantes de todo el mundo, en la que puedan desarrollar su talento libremente sin pensar en la financiación.

En el epílogo de la novela y viviendo de nuevo en el pueblo que le vio nacer, una mañana calurosa del mes de julio, Guillermo recibe una inesperada visita que será la causante de alegrarle los últimos años de su vida.