No había cumplido cuatro años y ya se preguntaba cosas no muy habituales para un niño de su edad. El único «pero» a tanta pregunta es que, casi siempre, se las hacía a sí mismo. La Navidad de 1984, tras sentarse sobre las rodillas de un Rey Baltasar mujer —quien hablaba un perfecto valenciano y llevaba la cara y las manos pintadas de negro—, fue el comienzo de una interminable lista de dudas existenciales que continúa hasta la actualidad.

De adolescente alegre, atrevido y coqueto, a esposo y padre de familia amante de la intimidad, del silencio, de su familia y de la gente buena, Daniel ha sufrido en los últimos años una evolución personal que necesitaba canalizar y compartir con los demás de una manera creativa. Enemigo de aquellos que piensan que el fin justifica los medios y activista en contra de la frase «sí o sí», hablamos de una persona con una vida interior más que intensa.

Nuestro autor ha sabido encontrar en la escritura y la música clásica una vía de escape a su centrifugadora interna. Ha escogido esas dos grandes pasiones como las encargadas de llevarle, siempre que lo necesite o desee, al lugar donde mayor tranquilidad y serenidad suele encontrar: su ser.

El sueño de Mario (Opus 1) nace, crece y sale a la luz con la humilde aspiración de poder ayudar a todas aquellas personas que, como a él le sucediera, todavía no son conscientes del tremendo daño que pueden provocar la necesidad de valoración ajena y la falta de autoestima.