La antesala de los desvaríos

El narrador, a través de personajes raros, problemáticos, vesánicos, estrafalarios, y con una crítica afilada y satírica,  hace un barrido social en el que se desvela un trasfondo -unas veces oculto y otras, manifiesto- de mentiras, corruptelas, feminismo, asociaciones, costumbres, amistad en la pobreza, incultura, infidelidad, desvaríos leves y graves, y trastornos mentales profundos.

El hilo conductor es el desván del psiquiatra-psicólogo, Silverio Peñaflor, culto, inteligente, buen profesional, reflexivo…, aunque con excentricidades y una vida escondida. Sus reflexiones y opiniones, expuestas en su diagnóstico sobre la conducta de sus pacientes, a veces provocan el escándalo, pero siempre son escuchadas con interés porque intentan calmar la soledad, el dolor y el silencio, dar compañía a quien la necesite, salvar a muchos desahuciados de la dicha, con la palabra y en ocasiones acudiendo también a los fármacos.

El autor, certero observador de la realidad social, se sirve de personajes anómalos para reflejar las miserias y grandezas de un mundo cambiante, las turbias soledades, las aspiraciones de gente embriagada de placer o poder; la alegría, tristeza, deseos e ilusiones de almas desengañadas de la vida. En fin, un atento explorador del alma humana, que cambia igual que el tiempo, con épocas cálidas y otras frías, incluso heladas.