El niño que quería ser invisible

Ferrán deseaba ser invisible. Pasar inadvertido. Convertirse en crisálida. Creía que no siendo visible, el mundo no caería sobre él. Prefería vivir en su universo de fantasía, en el que la paz y el orden marcaban sus pasos por la vida. Un cosmos donde sus maltratadores no tenían cabida. En ese micro mundo solo su madre, sus hermanos, su abuelo Anizeto, su abuela Lena y su bisabuela Nunila, le ayudaban a vivir momentos de felicidad…

Pero la vida le había enseñado que eso no era posible. Que sus sueños eran utópicos. Que a su pesar, debía vivir una realidad en la que habitaban personajes como el compañero de clase que de un puñetazo lo dejó sin sentido. O el muchacho, también mayor que él, que sin motivo alguno, cada vez que lo veía, le daba dos guantazos sin poder quejarse a nadie. O cómo un vecino que sin conocerlo, pero sabiendo su historia, le había llamado desgraciado. No quería lamentarse a su madre, con lo que ella tenía encima…

Pero esta vida también le había enseñado que, si se mantenía tranquilo en la espera, sin sentimiento de ofendido, ni ánimo de desquite o venganza, le llegaría la paz interior y alcanzaría la pequeña reserva de felicidad que a todos los humanos nos llega algún día…